Separados

De repente aquella noche, sentados a la mesa, abrazados ambos por una luz tenue que desnudaba más aún lo que sentía el alma, parecían más alejados que nunca. David se apresuró a fingir normalidad, tal y como acostumbraba para evitar lo aparente:

-¿Qué tal el cous-cous? ¿Está un poco seco verdad?- dijo removiendo con su tenedor en rápidos círculos aquella masa amarillenta que habitaba su plato.

-David.. Tenemos que hablar.- Luis le miraba fijamente aunque David no se atrevía a levantar la mirada.- ¿No lo ves? ¿Cuánto tiempo quieres seguir con esta farsa?

-Es que yo en realidad te quiero Luis, no es por los años que llevamos juntos, aún te quiero.- empezaron a brillarle los ojos con una intensidad diferente, como melancólica.

-Pero eso no es amor, David. Es cariño. Es el hábito de tenernos el uno al otro, la seguridad de saber que estás con alguien.- Luis se mordió el labio inferior, como intentando medir sus palabras y pensar muy bien en lo que iba a decir, para no hacer daño. Al fin y al cabo, había, tal y como él afirmaba, mucho cariño aún.- ¿No crees que nos merecemos ser felices realmente?

David dejó rodar un par de lágrimas, no porque anticipaba el desenlace de aquel diálogo, sino porque en el fondo sabía que Luis tenía razón, pero la idea de estar solo hacía que se sintiera al borde de un precipicio. Nunca había estado solo, y la idea de emprender ese estatus a su edad le daba más pánico aún. 

-Pero somos felices Luis. Nos llevamos muy bien, desayunamos juntos todos los días. Yo te apoyo en todo lo que puedo, somos confidentes. No crees que eso compensa todo lo demás.- David miró a Luis a los ojos por primera vez, y un frío recorrió toda su espalda, como si se enfrentara a una sinceridad absoluta, que nunca había sentido antes en su relación.

-No David, coño. ¡No! Yo necesito pasión, necesito volver a emocionarme tocando a alguien, necesito follar como si tuviera 30 años.

Leave a comment